Los primogénitos e hijos únicos, desde el momento en el que llegan al mundo son informados de que hagan lo que hagan, serán los reyes. Todo se les celebra y aprueba, cualquier logro es reconocido, se les estimula al máximo y se les exige un poco más. Esto les da un poder a veces desmesurado, lo que les permite madurar más pronto y les hace desarrollar cierto tipo de visión sobre sí mismos. Son líderes, autoritarios, independientes, ambiciosos y fuertes. Se les facilita apegarse a una estructura de orden y obediencia porque su educación es la más estricta y demandante. Se acostumbran a lograr metas y a ser reconocidos por ello. Son los que tienen que luchar contra los primeros “no”. Su relación con los adultos les permite madurar más rápido y explotar más sus capacidades intelectuales. Son ejemplo a seguir de sus hermanos y eso les otorga una gran responsabilidad. Como no tienen que compartir recursos ni atención, se les dan las mejores oportunidades de educación, juguetes, prendas y diversión, lo que les hace aspirar a buenos estilos de vida. Un alto porcentaje de líderes políticos, directivos empresariales y activistas sociales son primogénitos o unigénitos. Están programados para el éxito porque no les asusta el trabajo duro; saben manejar el liderazgo, suelen estar muy estructurados, son comprometidos, responsables y perseveran hasta alcanzar sus metas. Sus personalidades poderosas son un verdadero imán para los demás. Estrategias a enseñar
Fuente: Padres e hijos. Año XXXVI. Número 11 Autor:Alee Núñez |
Los primeros, de en medio o los últimos | Segundos o de en medio