El primer paso para formar a tus hijos es poner el ejemplo de cómo se deben vivir las virtudes, pues los niños aprenden de las acciones que sus padres establecen. Esto quiere decir que si tu objetivo es inculcar la honestidad, debes ser responsable de tus acciones y convertirte en un modelo de honestidad para él. Pero esto no es todo. Se trata de vivir la virtud intensamente. ¿Cómo? Practicarla en todo momento; no sólo cuando sea conveniente o con ciertas personas. No cabe duda que la mejor escuela para los hijos son los padres. De ellos se aprende desde que somos pequeños y la introducción temprana en la vida a las buenas virtudes, aumenta las posibilidades de crecer con integridad. Aclarar lo que significa cada virtud Es imprescindible asegurarse de que los hijos comprenden en qué consiste cada virtud y los beneficios que le traerá para sí mismo y para los demás. De esta manera, ellos podrán apropiárselas fácilmente y practicarlas con naturalidad. Por lo tanto, no se trata de dar explicaciones sin fundamentos, como decir: "porque así lo dijo yo". Esto sólo hará que se tome como una orden o una obligación que no se quiere cumplir. Un buen orientador, que en este caso los padres, brindan la información a quien están instruyendo para ayudarle a entender que es lo mejor para sí. Fuente: |