Los caprichos o rabietas en un niño son normales hasta que rebasan cierto punto. Cuando tales conductas son incontrolables, amenazantes y relegan la autoridad de los papás a segundo plano, tenemos en casa lo que se conoce como "niño emperador". Situación que deberá ser frenada a tiempo. De lo contrario, habrá consecuencias irreversibles que mermarán su desarrollo social y personal. El rey de la casaSeguramente has visto en la calle, en el centro comercial o en algún súpermercado a un pequeño que llora o grita furioso; da patadas, avienta objetos o incluso les pega a sus padres, sin que éstos tengan idea alguna de cómo detenerlo o calmarlo, viendo a su alrededor avergonzados e impotentes. Éste es el ejemplo perfecto del "Síndrome del Emperador" o en contextos profesionales "Trastorno de oposición desafiante" (TOD), descrito por psicólogos educativos como aquellos niños que han aprendido a dominar a sus padres (siendo mamá la más perjudicada) y se muestran maleducados, caprichosos y hasta tiránicos. Llegan incluso hasta controlar las decisiones en casa, como la comida que se hará o el horario para jugar. Es decir, logran mediante berrinches desmesurados que todo se haga a su favor, cómo y cuándo él o ella lo requieran. Y por supuesto, la palabra "no", por parte de sus padres, es inaceptable. El castigo, no es problema tampoco. No le temen a la disciplina en lo absoluto y saben que a través de la violencia obtendrán lo que quieren. Entre otras características de su personalidad destaca un egocentrismo muy marcado, tendencia a la manipulación, egoísmo ante sus posesiones, falta de empatía, incapacidad de manejar sus emociones y baja tolerancia a la frustración: no pueden concebir que sus deseos no sean cumplidos. Adicionalmente, son niños poco sociables que les cuesta adaptarse al grupo escolar o relacionarse de manera natural con otros niños. Detrás de un "niño emperador"Normalmente hay padres ultrapermisivos, híperprotectores y consentidores. Que desde las primeras etapas de crecimiento de sus hijos no establecieron límites, disciplina y no ejercieron autoridad o no dejaron claro la jerarquía, puesto que no saben asumirla. Esto a su vez ocurre por factores psicosociales que la comunidad científica pone sobre la mesa, haciendo hincapié en los cambios de los modelos laborales de los padres y la lucha familiar contra el autoritarismo. En el primer punto, debido a la rutina laboral actual, el tiempo que tienen los padres de familia para educar a sus hijos es escaso. Por lo tanto, no hay relación en la que se establezcan límites ni normas y como consecuencia, los pequeños desarrollan conductas violentas e hiperactivas para llamar la atención de sus papás. En este mismo tenor, como padres, se busca suplir el tiempo perdido y solapar el sentimiento de culpa a través de gratificaciones instantáneas o conductas consentidoras, que harán creer al pequeño que puede conseguir todo lo que desea, sin importar si es de mala manera. Por otro lado, aquellos padres que de pequeños sufrieron estragos del autoritarismo: falta de afecto, gritos, imposiciones, control excesivo; buscan no repetir aquellos patrones con sus hijos y se van al extremo opuesto. Hay que mencionar además, que en ocasiones, los hijos únicos pueden ser parte de este síndrome, principalmente los varones, ya que suele dársele todo y no aprende a valorar lo que le rodea. Por último, la falta de coherencia entre las normas, o la desincronización de ambos papás para educar al pequeño, también influye en la formación de un niño emperador. Al igual que un ambiente familiar en el que hay drogas y alcohol. Generando inestabilidad emocional. El futuro del niño emperadorUn niño con actitudes como las descritas anteriormente, al crecer y llegar a la adolescencia ya ha consolidado sus hábitos y conductas, por lo que se convierten en rebeldes incontenibles con acciones cada vez más violentas. Incluso pueden llegar a agredir a sus padres físicamente o a quebrantar leyes. Por otra parte, presentan problemas para conseguir sus objetivos, pues continúan con la creencia de que todo mundo debe darles lo que quieren y no se esfuerzan por alcanzar sus metas, son impacientes e indisciplinados. Es aquí donde se genera un círculo vicioso, ya que la frustración de no lograr lo que quieran, los lleva a culpar al mundo, enfadarse con todos por sus derrotas y en los peores casos a cometer actos criminales, con tal de conseguir aquello que implique trabajo duro. En cuanto a la parte social, la mayoría de las personas con Síndrome del Emperador tienden a dañar sus relaciones interpersonales, por la alta exigencia y manipulación hacia familiares, amigos y pareja. A nivel individual, son personas que se centran en conseguir todo el placer que puedan. Lo que los lleva a desarrollar adicciones de todo tipo, desde sustancias hasta emociones o actividades extremas y peligrosas. ¿Qué hacer si mi hijo presenta el síndrome del emperadorAntes que todo, lo más importante es evitar que tu pequeño o pequeña se conviertan en un tirano desobediente. Por tanto, tengamos siempre en mente que autoridad no es lo mismo que autoritarismo, y que como papás debemos ejercer un grado controlado e inteligente de autoridad, de manera sana y tomando en cuenta las necesidades afectivas, educativas y evolutivas de tu hijo (a). Además:
¿Qué hacer si mi hijo ya tiene el síndrome:
Fuentes: |
Cómo criar hijos resilientes | Síndrome del niño hiperregalado