Cuando a mi hija le diagnosticaron depresión severa durante su adolescencia, yo sufría con ella al verla llorar todo el tiempo, sin ganas de vivir, pero en un punto de su tratamiento tuve que dejar a un lado todo lo que yo sentía para mostrarme fuerte y ser su apoyo, porque en esa etapa ella y su recuperación eran lo más importante. Tiempo después me diagnosticaron depresión y me sometí a un largo tratamiento que sigo actualmente. Todo esto va relacionado con un contenido de la página web de la bbcmundo que me pareció muy importante, ya que hace conciencia sobre el sentir de los padres y el cual se deja de lado cuando nuestros hijos adolescentes tienen depresión y ansiedad. Los cambios sociales y hormonales propios de la adolescencia, sumados a los efectos de las redes sociales, han ampliado las discusiones sobre la depresión y la ansiedad en los adolescentes en los últimos años. Pero el debate suele pasar por alto un punto crucial: los problemas de salud mental que también afectan a los padres y madres de estos jóvenes y cómo se interconecta la salud mental de ambos (padres y adolescentes). Atención al adolescente deprimido pero también a sus padresEn diciembre del año 2022 se hicieron dos encuestas realizadas por la Universidad de Harvard, una con adolescentes y otra con padres y tutores, identificando que los dos grupos sufren tasas similares de problemas de salud mental. Mientras que el 18% de los adolescentes dijeron que sufrían de ansiedad, lo mismo ocurrió con el 20% de las madres y el 15% de los padres. Por su parte, la depresión afectó al 15% de los adolescentes y, al mismo tiempo, al 16% de las madres y al 10% de los padres. Ambos tenían "poco interés o placer en sus actividades" y se sentían "mal, deprimidos o sin esperanza" más de la mitad del tiempo, es decir, en niveles considerados alarmantes por los expertos. "Queda en gran parte sin contar la historia de aquellos que suelen ser centrales en la vida de los adolescentes: sus padres y cuidadores. Sería tan correcto hacer sonar las alarmas sobre la salud mental de los padres como sobre la de los adolescentes", dice el estudio, parte del proyecto Making Caring Common (MCC) de la Facultad de Educación de Harvard. "Nuestros datos indican que los adolescentes deprimidos tienen una probabilidad cinco veces mayor que los adolescentes no deprimidos de tener un padre deprimido", agrega el informe. Richard Weissbourd, director del MCC y coautor de la investigación dice que "Va en ambos sentidos. Existe esa expresión que dice "eres tan feliz como tu hijo no feliz". Y tener un adolescente deprimido o muy ansioso a menudo es estresante y contribuye a la ansiedad y la depresión", explica. "Pero si eres un adolescente que vive con un padre deprimido, retraído, crítico y enojado (hay padres que manejan bien su depresión, pero hay otros que no), es posible que sientas que tus padres no te quieren y están decepcionados de ti. Y realmente afecta la autoestima, porque piensas que los estados de ánimo de tus padres son culpa tuya". "Además, en una edad en la que los adolescentes buscan naturalmente su propio espacio y autonomía, desafiando los límites, los padres tienden naturalmente a sentirse más desconectados (y preocupados) por sus hijos, aunque sin saber a quién acudir, por ello los padres se encuentran entre los más vulnerables a los problemas de salud mental". "Sé que la adolescencia es una etapa natural, todos pasamos por nuestros desencuentros con nuestros padres y tratamos de construir nuestros espacios. Pero la parte tecnológica ha sido muy difícil de controlar", admite Weissbourd. "Nuestra generación no tenía esa necesidad de estar en contacto constante con los juegos, las computadoras. Si le pido a mi hijo que lave los platos, pronto dice que se cansa y quiere hablar con sus amigos por el celular. Cualquier actividad solo es interesante si tiene la estimulación constante de un video de TikTok", lamenta. Rosángela Casseano madre y psicóloga creó el grupo de Facebook "Madres de Adolescentes y Preadolescentes" y lo hizo porque sintió que había pocos espacios para que las madres se desahogaran y pidieran consejo sin sentirse juzgadas y culpabilizadas. "Es muy cierto que existe esta sensación de aislamiento. Las madres tienen miedo de contar lo que están pasando con sus hijos adolescentes porque no quieren escuchar críticas de que 'no supieron educarlo'", dice Casseano. Pero la psicóloga piensa que, en lo que respecta a la relación entre madres e hijos, las tensiones actuales son similares a las de generaciones anteriores. "Eso de que los jóvenes están buscando su espacio siempre ha pasado. Lo nuevo ahora es el instrumento (internet y las pantallas). Este distanciamiento es parte del desarrollo del adolescente. Pero los padres tienen mucho miedo de ver a sus hijos en la computadora, sin interactuar con la familia", agrega. Ayuda mutuaA pesar de todo esto, los expertos dicen que hay mucho que padres e hijos pueden hacer para ayudarse mutuamente a salir del ciclo nocivo de la salud mental. Y el primer paso, dice Weissbourd, es hablar, algo crucial, aunque no siempre fácil, pero puede sorprender a los padres saber que los propios adolescentes quieren ser escuchados. "De los jóvenes participantes en la encuesta de Harvard, el 40% dijo que espera que sus padres pregunten más sobre cómo les va, y realmente los escuchen. Incluso si los padres están experimentando depresión y ansiedad, ayuda mucho cuando pueden compartir esos sentimientos con sus hijos y decir 'no es tu culpa'", explica el investigador de Harvard. "Y los adolescentes de hoy son mucho más conscientes, tienen un vocabulario psicológico más amplio que en cualquier otro momento de la historia y no sienten tanto el estigma que rodeaba a la salud mental", añade. "Hay estudios que demuestran que hacer una comida al día en familia ya mejora los síntomas depresivos. (Pero) una comida sin dispositivos tecnológicos, en la que los padres pueden hablar con sus hijos", destaca Polanczyk. "Me gusta proponer a las madres que pasen tiempo con sus hijos. Puede ser un paseo, una ida a la panadería, algo que te da tiempo de calidad, de escucha, de cariño", dice Casseano. Otros temas a los que también se les tiene que poner atención son, según los expertos, cuidar el sueño (cuyo déficit está fuertemente asociado a problemas de salud mental, especialmente entre los adolescentes) así como cultivar buenos hábitos en la familia. "Los padres pueden ayudar a sus hijos con la ansiedad y la depresión involucrándolos en actividades centradas en sí mismos o en otros, vinculadas a principios y objetivos más grandes que ellos mismos, algo que es una rica fuente de significado y propósito", dice el informe de Harvard. Y, por supuesto, la ayuda médica puede ser fundamental si persisten los signos de depresión y ansiedad. "A menudo, esto se resuelve con asesoramiento (profesional), psicoterapia grupal y, finalmente, con un tratamiento farmacológico ocasional. Cuando (el trastorno) se identifica temprano, es absolutamente tratable y la gente vive muy bien", dice Polanczyk. Genética y crianza respetuosaTambién hay otros dos factores importantes, según los expertos, el primero es que existe un componente genético en los trastornos mentales. Ese es uno de los mecanismos a través de los cuales la ansiedad y la depresión afectan al mismo tiempo a padres e hijos, destaca el psiquiatra de la USP. Este factor genético, por cierto, hizo temblar a la fotógrafa Andreia (pidió no divulgar su apellido) cuando su hijo mayor, entonces de 15 años, le dijo que "no tenía ganas de vivir, no era feliz y no quería defraudarla". Lo que más le preocupaba era que una década antes, el padre del niño se había hundido en la depresión y se había suicidado. "Tenía mucho miedo de perder a mi hijo de la misma manera", dice. Si bien la experiencia traumática marcó profundamente a todos, hizo que la familia tomara conciencia de la importancia de prestar atención a los signos de depresión en los demás. El hijo de Andreia se sometió a terapia (por segunda vez, ya que había sido tratado después de la muerte de su padre) y hoy está bien. En segundo factor es mantener una relación respetuosa y no violenta con los niños desde la infancia. Todo lo que experimente en sus primeros años servirá de base para su futura salud mental, tanto en la adolescencia como en la vida adulta. "Las experiencias de la infancia marcan la diferencia: influyen en cómo se desarrolla el cerebro y cómo, desde un punto de vista emocional, se desarrollará ese individuo", dice Polanczyk. "Las situaciones de maltrato físico y emocional generan un gran estrés, que de hecho conduce a trastornos mentales". Weissbourd nos recuerda que la adolescencia es una etapa turbulenta, pero también enriquecedora. "Gran parte de la ira, la frustración y la tristeza que expresan es una respuesta adecuada a las cosas difíciles de la vida y del mundo. Y los adolescentes de hoy son muy conscientes de lo que está pasando en el mundo, y muchos están bastante comprometidos moralmente, incorporan las causas con mucha pasión. Fuentes: Cómo llevar una buena relación con tus padres. |