¿Son ellos o somos nosotros? ¿ellos no escuchan o yo no me sé expresar de tal manera que nos entendamos? Son tantas las preguntas que los padres de hijos adolescentes se hacen ante el común denominador: no hay una buena relación y muchos sienten que los están perdiendo. Al respecto me encontré con el testimonio de un profesor de filosofía de origen español que ha trabajado bastantes años con adolescentes. Esto lo ha llevado por un camino de aprendizaje que le ha servido para acercarse a ellos y conocer su mundo y todo lo que gira alrededor de ellos: sus vivencias, temores, alegrías, reflexiones, etc. Ante tantos años de trabajo y trato diario, Jordi Nomen decidió compartir las lecciones que aprendió durante ese viaje a través de su más reciente libro: "Cómo hablar con un adolescente y que te escuche", en éste brinda herramientas para cualquier persona que enfrente el desafío de desarrollar una buena relación con un adolescente. Nomen nos comparte una serie de consejos que quisimos resumir para que sean más sencillos de entender y por supuesto más fáciles de poner en práctica. Esperamos que sean de gran ayuda para ustedes padres de familia. - Existen muchos mitos acerca de los adolescentes, como por ejemplo que son irresponsables, conflictivos, sin interés por nada, etc. Claro que lo son ¡pero si están creciendo!, están aprendiendo a ser responsables, pues por supuesto que se equivocan, cometen errores y de los errores se aprende. Recuerden padres de familia que la adolescencia es un terremoto de cambios, es un tsunami, es una montaña rusa de emociones, y eso es muy difícil de manejar por ellos. - Muchas veces un conflicto entre padres e hij@s adolescentes se plantea en términos de yo gano y tú pierdes, ¡pero es que así no se resuelven los conflictos! Los
conflictos se resuelven cuando ambos ganamos y cuando ambos perdemos. Siempre hay que ceder en algo. - Escúchenlos pero también estén atentos a su lenguaje no verbal, es decir, hay que hablar calmadamente y pausado, no perder el control, no gritar, mirar al adolescente a los ojos, adecuar nuestra posición a la del otro. - Practica el no interrumpir, no juzgar lo que el otro está diciendo. Pongámonos un poco en su lugar, si a ti como adulto te hacen un interrogatorio ¿qué sentirías? ¡pues te cierras!, ya no tienes ganas de seguir hablando. De nada sirven los juicios de valor. - Es importante repetir lo que el adolescente te va diciendo, para que él o ella vea que estás prestando atención. Entonces ellos notarán que hay un canal abierto y que tú estás escuchando atentamente. La palabra atención, además, es preciosa porque etimológicamente quiere decir "tender el espíritu hacia el otro" y es justamente eso: concentrarse en lo que el otro te está diciendo y no en lo que tú le vas a decir. Y eso no es tan fácil. - Hay que aprender a esperar, ahora bien, si no hay más remedio porque es muy grave el tema, aconsejaría hablar poco, no darles un gran discurso, un sermón,
porque se ponen en modo off y se acabó. Se quedan ahí físicamente, pero no están. - Cuando ellos vienen a ti, hay que escucharlos y hay que tener conciencia de que no te lo van a explicar todo. Te van a explicar lo que puedan y quieran, si el
canal de comunicación está abierto, es muchísimo más fácil que te expliquen. - Que tu hij@ adolescente te escuche es que tú plantas la semilla pero los adolescentes tienen que elegir. Tú les muestras tu punto de vista y les dices "piénsatelo, me gustará saber qué es lo que vas a hacer". Le puedes decir, "la decisión la tienes tú, yo te entreno en la responsabilidad, pero eres tú el que decide". Quizás la decisión que tome no te va a gustar mucho, pero es que eso es así y hay que hacer ese duelo. Las personas buscamos nuestra identidad tomando muchas veces decisiones que van en contra de lo que nos han aconsejado los que más nos quieren. Pero también es cierto que tenemos que equivocarnos, ya que es la forma de aprender. Intentar que los jóvenes no se equivoquen es imposible, ni es bueno, ni es saludable. Podríamos decirles: "Lo has hecho mal, vamos a ver cómo lo puedes mejorar porque creo que vale la pena darte otra oportunidad". Yo entiendo que a veces los adultos no somos muy acertados a la hora de hablar porque estamos cansados, pero es importante la manera en que decimos las cosas. - Darles responsabilidades. Cuando piensas que el adolescente lo va a hacer mal y prefieres hacerlo tú por él o ella, eso no está bien. Es que si haces eso ¡el adolescente no aprenderá nunca! - No hay que quitarles los obstáculos del camino porque los estamos volviendo frágiles. Si se los quitas, ¿cómo va a aprender a hacerle frente a las dificultades? - Saber estar presente, pero de una manera discreta. En la infancia el adulto tiene que ser el ojo que todo lo ve, pero en la adolescencia hay que ser el radar que
está atento a los cambios. En vez de decirle que no beba a la fiesta que va a ir, es más sabio decirle que sea prudente y que no se ponga en riesgo. - Como sabemos los extremos son malos, si los hiperproteges facilitas que se vuelvan débiles, y si los desproteges los dejas a la intemperie sin ninguna brújula. Hay que dejar que se equivoquen y permanecer a su lado. - Para ellos la identidad real y la identidad digital son exactamente lo mismo. En la vida digital ellos existen, se relacionan, resuelven sus problemas, se reconocen, reconocen a los demás, buscan toda la información que necesitan. Para el adulto, el primer paso es aceptar que eso es así y luego hay que establecer algunos espacios de seguridad, negociar normas, por ejemplo: "en la comida no hay celular porque esto es una norma de nuestra familia. Somos un grupo y todos y todas debemos sentirnos cómodos, no solo tú". De entrada, ellos rechazan estos espacios de desconexión, pero si se establecen como una rutina llega un momento en que lo agradecen. Pero tienen que experimentarlo para darse cuenta de que no es tan malo como parece. -También es importante decirles que la tecnología tiene muchas cosas positivas, pero hacerles ver que también tiene un lado negativo. Ellos normalmente lo ven, lo reconocen. - Apego seguro en la familia, el ser querido incondicionalmente. Eso es lo único capaz de contrarrestar el miedo al fracaso, la inseguridad y la tiranía de la normalidad. Otro tema relacionado con los adolescentes que te puede interesar: La soledad en la adolescencia. Fuentes: |
Que NO prohibir a nuestros hijos pequeños | Dos preguntas que hacerse antes de tener un hijo