A veces la relación con nuestra pareja no funciona como desearíamos, puede que simplemente se haya acabado el amor, la monotonía haga que no sintamos lo mismo por nuestra pareja o bien la convivencia nos ha desgastado en exceso y buscamos cualquier solución posible con tal de no romperla. Está bien que utilicemos varios recursos para solucionar nuestros problemas, sin embargo, la idea de que tener un hijo juntos puede hacer que encontremos de nuevo la estabilidad y el amor perdido es, en casi todos los casos, errónea. Un bebé es una gran responsabilidad y los padres deben encontrarse en el mejor momento de la relación con tal de que el hijo pueda llegar a tener una feliz infancia dentro de un clima familiar sano, por lo tanto, es fundamental que la relación esté en un momento estable en el que tener el hijo solo suponga sumar y no restar. La madre por ejemplo, no debería sentirse como que todo el peso de la vida de su pequeño recae en sus manos. En una pareja estable y feliz ambos se repartirán las tareas y encontrarán la conciliación entre el cuidado de su pareja y el tiempo de disfrute propio con una cantidad de problemas moderables, los cuales resolverán desde el cariño y el respeto que les une. La felicidad de nuestro hijo debe ser nuestro objetivo principal y si nosotros mismos no somos felices en nuestro matrimonio es imposible que nuestro bebé se sienta de este modo. Rompiendo mitosHay muchos mitos en torno a la llegada de un bebé, como si fuera un remiendo para una pareja que atraviesa un mal momento, algunos de ellos son: MITO 1: un bebé siempre trae paz y armonía y convertirá a la pareja en una familia feliz. Esto es parte de una idealización. En principio, no hay familias perfectas ni que viven en constante armonía. Un hijo es una gran fuente de felicidad, Pero hay que tener en cuenta que llega a una pareja que deberá modificar su equilibrio de dos, para pasar a ser tres. Deberán transitar por un período de adaptación, con roces, fricciones y reacomodamientos. Este proceso de adaptación requiere de mucha energía, que no suele abundar en parejas en crisis. Si los miembros de la pareja están mal, será más difícil mostrarse amoroso o poder comprender y apoyar al otro y, entre ambos, sostener emocionalmente a ese hijo. Los hijos nos enfrentan a tomar decisiones, a considerar diferentes posturas, y en esos momentos la crisis entra en escena y se hace más evidente. Lamentablemente se confunden las cosas, y no se diferencia y discrimina claramente que la cuestión no es ponerse de acuerdo en las decisiones que atañen a los chicos, sino que el problema es que hay un tema no resuelto entre los adultos. MITO 2: cuando tengamos el foco puesto en el bebé, ya no discutiremos y nos llevaremos bien. Un bebé recién nacido acapara gran parte de nuestra atención, y sus cuidados cotidianos toman muchas horas al día. Por esto puede ocurrir que momentáneamente la pareja deje de lado sus conflictos para poner toda su energía en ese bebé. Sin embargo, esto no es eterno, y es como querer esconder tierra debajo de la alfombra. Cuando los conflictos no se resuelven, surgen en el momento menos pensado, bajo malas contestaciones, desinterés, malas caras. Tengamos en cuenta que luego del parto (al igual que sucede durante la gestación) las mujeres atraviesan un período en donde las emociones se movilizan. Además las horas dedicadas al bebé producen fatiga y agotamiento que pueden traducirse en poca paciencia y mal humor o en sentimientos de tristeza. Estas emociones necesitan la presencia de una pareja que pueda contener afectivamente, brindar cariño y comprensión. Pero ¿es esto posible en medio de una crisis de pareja? o por el contrario, ¿esa crisis se profundizará y acelerará un proceso de separación? Puede que los sentimientos de culpa posterguen la decisión, pero lo cierto es que es poco probable que se cuente con la disposición emocional como para sostener a la pareja cuando se está en crisis. Y lo que complica más las cosas es que, desbordados por la angustia, disminuye la capacidad de conectarse emocionalmente con el bebé. MITO 3: la crianza de un hijo nos va a unir más. Las parejas se arman con dos personas que provienen de familias distintas, con procesos de crianza diferentes. El gran desafío es poder construir un modelo propio en el que ambos se sientan a gusto. Y es frente a la crianza de los hijos cuando más en juego se ponen estas cuestiones. ¿Cómo lo vamos a criar?, ¿cómo lo hicieron mis padres o como lo hicieron los tuyos? El modelo a seguir es bueno, pero un hijo es la posibilidad de escribir una nueva historia. Negociar, ponerse de acuerdo, pelear, tratar de imponer el propio modelo, todas estas son parte de la construcción del nuevo modelo familiar, en donde interactúa lo conocido con lo del otro. Acordar qué valores se van a transmitir, a qué cosas decir que sí y a cuáles no, qué es lo importante, qué cuestiones son negociables y qué otras no. Todo este proceso necesita de mucho amor, por lo que es falso creer que la crianza de un hijo unirá a una pareja que ya no funciona. Lo que si es cierto es que un hijo requiere de la madurez necesaria como para funcionar como padres, independientemente de si la pareja continúe o no. MITO 4: la llegada de un hijo los va a unir para siempre Esto es absolutamente verdadero. Un hijo une para siempre a dos seres humanos en su función de sostén y acompañamiento en la vida. No hay que perder de vista que una vez que la familia se consolida, hay lazos que se vuelven indisolubles, uno puede separarse de una pareja, pero en ningún caso de un hijo. Esto obliga a los adultos que ya no forman una pareja a seguir funcionando en equipo, respetando pautas y acuerdos, en lo que a los hijos se refiere, y esto va mucho más allá de la cuota de alimentos o del régimen de visitas: también el tipo de educación y los límites que se consideran importantes para el niño. ¿Qué podemos hacer al respecto?Si tienes problemas de pareja y estás pensando en tener hijos, no te precipites. Si nuestra relación no está pasando por el mejor momento o estamos pasando muchos problemas personales con la pareja deberíamos plantearnos si seguir juntos es la mejor opción. Quizás acudir a un profesional sería lo más conveniente, ya que seguramente un psicólogo o terapeuta de pareja nos haría olvidar la idea de tener un bebé por el momento. Fuentes: |