La forma de vida americana que se llevó por tanto años está cobrando factura. Ansiedad, depresión, falta de atención, hiperactividad ya no son asuntos de los mayores, ahora también los niños sufren de estos trastornos porque llevan un ritmo de vida parecido al de los padres. Bajo este panorama es el momento de retomar las costumbres de los abuelos y seguir sus técnicas educativas. Después de tanto ajetreo y preocuparse por la cantidad y no la calidad, el movimiento slow viene a dar un respiro a los americanos. Se trata de una filosofía muy de moda en las últimas décadas, sobre todo en EEUU debido a que dicho país pasa por una fuerte crisis económica y social, por tanto las familias están reduciendo gastos y expectativas. Antecedentes Se dice que La filosofía Slow inicia en Italia, concretamente en Roma, en 1986. Los orígenes de este movimiento están en lo que se ha denominado SlowFood, es decir, en consumir productos autóctonos, de temporada, cultivados de forma respetuosa hacía el medio ambientes y hacia el mismo ser humano. Por otro lado se le atribuyen sus inicios en el año 2004, cuando el periodista y escritor Carl Honoré escribiera " Elogio de la lentitud y Bajo Presión", fundando en cierto modo tal movimiento. Desde entonces son muchos los adeptos que han ido sumándose a esta filosofía en la que el tiempo y la calidad pesan sobre la cantidad, en sus propias palabras Honoré dice "darle a cada cosa/momento/ tarea el tiempo y la concentración que necesitan y merecen". El movimiento slow que se está popularizando rápidamente a través de libros, artículos y seminarios ha tenido tal aceptación que se está aplicando a todo, en la comida (slow food), lugares ya que hay más de 750 ciudades slow en todo el mundo, el sexo y hasta en las escuelas y la relación entre padres-hijos, (slow parenting). Es una apuesta pues por una vida más sana al bajarle el ritmo, hacerla más sencilla, disfrutar del hoy y acabar con la sobreprotección paterna. Con el fin de garantizarles un mejor futuro, los padres han inscrito en tantas clases extra escolares a sus hijos que han incrementando su nivel de estrés y desembolsando cantidades que en estos tiempos de crisis es mejor ahorrar. Por otro lado, la sobreprotección de los hijos que también estresa a los padres y les quita en cierta medida la paz, está dando paso a una vida familiar más relajada en la que el padre es padre y por tanto se encarga de establecer normas, valores, límites y el hijo es hijo, cargo que incluye juegos, aventuras, aprendizaje. El Slow Parenting viene a ser la solución para que los padres gasten menos, aprovechen para dedicarles más tiempo a sus hijos y los dejen ser y desarrollarse como niños. Propone tomarse la educación de los hijos con mayor naturalidad, como parte del transcurso de la vida en la que el niño pueda explorar, jugar, aprender a su ritmo y al mismo tiempo inculcarle valores, alentarlo cuando hace las cosas bien y llamarle la atención cuando no. Ashley Merrymann, co autora del bestseller "The NurtureShock" propone dejar que el niño cometa sus propios errores y aprenda de ellos, Merrymann cree que la sobreprotección y las constantes actividades en las que se ocupan los niños les impiden fallar o equivocarse porque los padres les tienen la vida planeada, es tanto el control ejercido que llega a causar estrés tanto en los hijos como en ellos mismos porque supeditan su vida familiar a las actividades de los chicos. Démosles un tiempo fuera para que jueguen y sobre todo con otros niños, apartarlos de tanta tecnología y sin la atención constante de los padres, volvamos a desarrollar su imaginación y su espíritu aventurero. Hagamos que vivan y disfruten su tiempo de ser niños y no pretendamos que se conviertan en adultos antes de tiempo; que disfruten de la compañía de sus padres y que reinauguren la calles y los parques como punto de reunión para sus juegos, una valiosa herramienta que finalmente es un entrenamiento para la edad adulta. Bien nos vendría poner atención a estas sugerencias educativas a quienes como país y a nivel familiar, hemos copiado formas de vida pensadas solamente en producir y consumir pues ya estamos viendo las consecuencias. Sí ya sabemos hacia donde vamos con estas conductas, debemos poner un alto y cambiar de dirección e incluso retroceder un poco para rescatar aquellas formas en que los hijos y en general las familias llevaban una crianza sana. |
Pilares que sostienen a una familia sana | El amor de los padres es bueno para el cerebro