Compártenos
 Anteriormente les hemos hablado acerca de ciertos estereotipos que explican la personalidad de cada hijo según su lugar de nacimiento en la familia (los hermanos y su personalidad), en este caso, centraremos nuestra atención en la personalidad y desarrollo del hijo de en medio o "sándwich" cómo popularmente se le conoce. De esto se desprende el síndrome que lleva el mismo nombre y que hace referencia a las emociones y comportamientos que tiene este niño (a) en comparación con los sentimientos de sus hermanos y el trato de sus padres. Origen del término
Uno de los principales especialistas en el tema fue el psicoanalista austriaco Alfred Adler, cuya teoría se basa en que el lugar en el orden de nacimiento de una familia tiene un importante impacto en el carácter del niño. Asimismo, la dinámica familiar, la relación entre cada hijo y cada padre; la relación entre los hermanos y los factores externos también contribuyen a formar dicho carácter. Ahora bien, el "Síndrome del hijo de en medio" consiste en que el hijo que tiene esta posición entre los hermanos no obtiene la misma atención de sus padres, tal como la tuvo el hijo mayor o el más pequeño.
Comúnmente, el primer hijo tiene una relación especial con los papás, por ser quien inició en ellos la experiencia como padres. Por lo tanto, suelen convertirse en personas responsables y exitosas. Mientras que el último hijo es el más mimado y consentido. Pero, ¿qué sucede con el hijo de en medio? Según los especialistas son niños que crecen sin aquella presión que se ejerce sobre el hijo mayor y sin la excesiva protección del menor; por lo que se convierte en un niño (a) que constantemente se encuentra buscando su lugar en la familia, así como razones para ser especial entre sus padres. Consecuencias
Uno de los principales efectos que surgen de este síndrome es la baja autoestima del niño (a) en cuestión, sintiéndose indefenso (a). Además, el hijo del medio siente que debe esforzarse duro para conseguir la atención de sus padres por lo que compite con sus hermanos para lograr su objetivo. Es por ello que realiza ciertos comportamientos para llamar la atención de sus padres, algunos más radicales que otros. La conducta más común es la rebeldía y el involucrarse constantemente en conflictos de distintos tipos; o por el contrario, algunos desarrollan una personalidad tímida, retraída, se aíslan y tienen dificultad para encontrar un lugar entre sus hermanos.
Crecen como personas inseguras, y con una sensación de no pertenencia. Muchos de los hijos intermedios buscan amigos y se relacionan fuera del grupo familiar para no sentirse desplazados. Aunque no todo es negativo: como los padres son menos condescendientes y menos demandantes con el hijo del medio, éstos crecen con una actitud más relajada ante la vida. Contrarrestando el síndrome
Si bien, hay patrones que inconscientemente no podemos cambiar en cuanto a la crianza de nuestros hijos, sí podemos poner en práctica algunos consejos para que el niño (a) intermedio tenga una infancia feliz y por lo tanto un desarrollo adecuado para la vida adulta: Dedica un tiempo especial a cada uno de tus hijos. Ya sea al momento de acostarlos o a la hora de la comida, pues debe sentir que hay momentos exclusivos en el que papá, mamá o juntos, son dedicados únicamente para él o ella. Evita comparar Los niños son muy receptivos en cuanto a cualquier comparación que sus padres hacen en relación con las diferencias entre hermanos. Debes de entender que cada hijo es diferente y respetar su individualidad. Evita comentarios en los que exaltas las virtudes de uno, mientras señalas los defectos del hijo intermedio; así reducirás la rivalidad entre ellos y la competencia.
Toma su opinión en cuenta Escucha e incluye su opinión en las decisiones familiares. Pregúntale cómo se siente al respecto con alguna situación en particular, pues así lo alentarás a encontrar su lugar dentro de la familia y sentirá que sus puntos de vista son relevantes para todos. Festeja sus logros En vez de acentuar sus errores, festeja sus aciertos. Le gustará sentirse reconocido (a) y le dará ánimos para hacer las cosas mejor, en lugar de hacerlas mal para llamar la atención. Demuéstrale tu amor todos los días Apapacha a tu hijo (a) diariamente y motiva a los demás integrantes de tu familia para que también lo hagan, incluidos tíos y abuelos.
No a las injusticias El hijo de en medio debe tener claro que tus expectativas para sus actitudes y su conducta tienen que ver con su edad, y no con lo que esperas de sus hermanos. Evita la tendencia natural de poner como estándar el comportamiento del hijo mayor. Acuérdate que él llegó paso a paso a dónde está; entonces, dale la misma oportunidad a tu segundo hijo de vivir los errores y experiencias propias de su edad. Imparcialidad Es necesario que las reglas y valores se apliquen imparcialmente entre todos, y el cumplir o no cumplir con las expectativas que se basan en estos valores debe tener consecuencias claras. Por ejemplo, si nadie puede ver cierto programa violento en la tele, entonces no des permiso al mayor por ser más grande. Si no se permiten los insultos en casa, no te rías del chiquito cuando use una mala palabra, aunque se te haga gracioso. Forma su identidad Ayúdalo(a) a descubrir qué es lo que le gusta y lo que no. Si al mayor le gusta cierto deporte no asumas que al intermedio también. Es muy sano que tus hijos tengan intereses únicos y que desarrollen sus talentos con entusiasmo. Inscríbelo en un equipo deportivo si él o ella lo prefiere; o bien, puede tomar alguna clase cultural. Todo depende de su personalidad. Autor: Ale Núñez. L.C.C. Fuentes: |
