Anteriormente se creía que los bebés no sentían nada en el momento del parto por no tener desarrollado el cerebro. Hoy sabemos que no es así.
El bebé percibe las emociones de su madre pues se las transmite con las hormonas a través de la placenta.
Siente las contracciones como "oleadas de presión". Es un masaje que le tonifica, como un lameteo que estimula sus defensas y degrada grasa de su cuerpecito, transformándola en energía.
En el bebé las catecolaminas aún presentes en su sangre provocan que esté muy receptivo para el contacto con su madre.
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