El filósofo Antonio Millán afirma que el no cultivar los valores de la humildad y austeridad llevó a las generaciones modernas al relativismo, y con ello, a una larga cadena de sufrimientos que parecieran no tener fin. Hoy el mundo está lleno de los vicios opuestos a estas virtudes, que son la soberbia y el consumismo. Simplemente pensemos cuántos asesinan por dinero porque jamás les alcanza lo que tienen para consumir y consumir. Y por supuesto, pasan por encima de quien sea, rebosantes de soberbia. Allá donde no hay humildad y austeridad tampoco hay interés ni amor por lo correcto y verdadero. Especialmente los padres de familia, hombres y mujeres de buenas intenciones deben resistir este embate, pues no podrían mostrar a sus hijos el camino que lleva hacia la felicidad, la unión de la familia si optaran por la mentira y el error. Una persona soberbia cree que lo sabe todo, los esposos no verán en su pareja alguien a que deban detenerse a escuchar para aprender de él o ella. Al consumista no le interesa lo realmente valioso porque su entendimiento esta confundido, embebido de las cosas materiales, un esposo o esposa que sólo se preocupa de tener, acumular, ¿qué tanto le puede interesar las virtudes y valores de su pareja?. Una familia que solo se preocupa por consumir creen que lo único valioso son sus posesiones materiales y con las cuales la necesidad de plenitud jamás se satisface. ¿Quién tiene garantizada su paz por tener el teléfono móvil más sofisticado?, hay quienes tiene los aparatos más costosos y aún así no parecen ser suficientes para eliminar esa depresión, la falta de comunicación con la pareja y los hijos. Los padres trabajan hasta el agotamiento para pagar las cuentas y darles lo mejor a los hijos pero se olvidan de darse tiempo de calidad. La humildad no se hace presente, nadie reconoce limites, no se siente la necesidad de tener cerca a la pareja y a los hijos, platicar con ellos y pedir perdón por no enseñar y ofrecer lo verdaderamente valioso. Una vez que virtudes como la humildad y la sencillez formen parte de nuestras convicciones y empecemos a trabajar en ello, comenzaremos a ver gente más realizada; menos personas que se sientan frustradas y fracasadas. Habrá niños más sanos de mente y corazón al gozar de una debida atención y afecto por parte de sus padres, que a su vez como pareja se prestan atención, son el pilar de un hogar armonioso. Dificultades siempre habrá, pero si en nuestras familias hay humildad y sencillez encontraremos también amor, cariño, armonía, entendimiento mutuo, respeto y solidaridad, valiosas virtudes que no se compran. Fuente: |
Con sabor a familia, con sabor a hogar | Misión, visión y valores en la familia