Sexualidad es y ha sido un tema de mucha importancia, puesto que se involucra en la realidad de todas las personas. A este respecto pareciera que los temas que
se derivan del ámbito sexual están a la altura y al alcance de todos, pero, tristemente no es así, al menos no de una manera correcta.
Cuando escuchamos la palabra sexo o sexualidad, en la mayoría de los casos, se le asocia solo con el aspecto genital. Somos bombardeados de
información sexual pero no de educación sexual.
Los temas sobre sexualidad efectivamente deben ser tratados con libertad, ya no estamos en esos tiempos en el que era un escándalo hablar de ello, pero
si lo hacemos, debe ser con mucha responsabilidad.
La realidad que hoy enfrentamos respecto a la sexualidad está muy lejos de ser una auténtica educación sexual; desequilibrios de
personalidad, embarazos no deseados, abortos, enfermedades de transmisión sexual, sexo sin amor, entre muchos otros efectos; fruto de un desenfreno
sexual están llevando a muchas personas, sobre todo los jóvenes, a ser víctimas de la cultura del placer.
Hay mucha diferencia entre información sexual y educación sexual. Para esto hay que distinguir la sexualidad en toda su dimensión.
"La sexualidad abraza todos los aspectos de la vida humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma, en ella se involucra la afectividad, la capacidad de amar y
de procrear y de manera más general, favorece la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro" (CCE.2362). Mientras que el sexo
se refiere a la distinción fisiológica entre un hombre y una mujer, y que también se entiende como el acto sexual genital entre ambos.
Información sexual: Se refiere solamente a informar sobre el sexo como acto genital, ni siquiera sobre sexualidad. Es el método que
generalmente usan en las escuelas, donde se enseña a los jóvenes una falsa soberanía sobre su cuerpo, sobre lo que "pueden" hacer con
él, si así lo desean. Esta modalidad promueve y pone al alcance de los jóvenes métodos anticonceptivos, inclusive gratuitos.
Los efectos de esta postura son muchos, en su mayoría obedecen a intereses económicos, además, promueve el libertinaje sexual, el placer
por el placer, bajo el absurdo argumento de "sexo seguro", pero carente de compromiso. Pocas veces se alerta sobre los efectos nocivos para la vida de la
persona (y de que quienes le rodean) que decide optar por una vida sexual activa.
Educación sexual: Se refiere a una realidad integral sobre la sexualidad, entre ellas el acto sexual genital, pero como un medio y no solo como un
fin egoísta. Esta dimensión además de informar sobre sexualidad, resalta todos los elementos concernientes a ella; el aspecto
biológico, el aspecto fisiológico, los sentimientos, el carácter, la dimensión espiritual inclusive, intrínseca a la sexualidad.
Educar sexualmente es aprender todo lo que rodea a la sexualidad y al sexo, pero advirtiendo sobre los riesgos que hay si se cayera en el desenfreno sexual.
La educación sexual dimensiona a la persona en su totalidad, propicia el conocimiento y los elementos necesarios que favorecen a una vida sexual plena y
responsable. Esta concepción de la sexualidad está abierta a la vida, pues ve en el acto genital, el culmen del amor entre un hombre y una mujer
bajo el compromiso serio del matrimonio (para quienes son católicos) y la proliferación del género humano. Conocimiento, decisión y
compromiso son quizá los tres elementos que encierran una correcta educación sexual.
Sí, hablemos de sexualidad, y no solo de sexo, pero con un adecuado conocimiento y no con una absurda información sin conciencia.
Cuántas enfermedades y cuántos errores se podrían evitar si estuviéramos informados y educados correctamente en este
ámbito.
Los jóvenes deben saber que gozan de una hermosa edad para explotar toda su persona, sus dones, sus talentos y toda la capacidad física con la
que se cuenta en esta etapa, y en todo ello tiene que ver la sexualidad. Aprendamos a verla como lo que es; un don de Dios, y no como el mundo de hoy nos la
presenta. La sexualidad es una fascinante fuerza que nos invita al amor y a la vida.
Autor: Hno. José Ernesto Hernández , msp.